Sin duda ha sido un gran regalo del Dios de la Historia, la elección – hace diez años- del primer Papa Latinoamericano. Al escoger el nombre de “Francisco”, el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, quien dice mucho más con gestos que con la palabra, nos ilustró cuál sería el direccionamiento de su pontificado: una Iglesia “pobre para los pobres”, más cercana y transparente… una fe concretada en la fraternidad universal y el cuidado de la Casa Común.

Nuestro Pontífice latinoamericano llegó desde las periferias hasta el centro del poder religioso,  para ejercerlo -e invitarnos a ejercerlo- de un modo cada vez más semejante a la de nuestro Hermano y Maestro Jesucristo quien no “vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida” (Mc 10, 45) “…para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn 10, 10).

El Papa que reclama una “Iglesia en salida” ha dejado su zona de confort en Roma para recorrer 400.000 kilómetro en 10 años, optando por visitar a quienes viven en las “periferias” del mundo más que a los centro del poder. En Bolivia, rodeado por los empobrecidos y los movimientos populares que reclaman una vida digna para todo, Francisco levantó su voz profética indicando la meta: “ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún anciano sin una venerable vejez” (Papa Francisco, II Encuentro Mundial con los Movimientos Populares, Bolivia, 2015). 

En su afán de liderar el retorno a la sencillez evangélica, además de sus innumerables gestos de cercanía, de apertura, encuentro, diálogo y de reconciliación nos ha regalado la palabra orientadora en la exhortaciones Evangelii Gaudium y Querida Amazonia, las encíclicas Laudato Si y FratelliTutti (2020). Nos recuerda el para qué de las estructuras y gobiernos eclesiásticos “Constitución Apostólica Predicate Evangelium” y nos llama con el Sínodo sobre la Sinodalidad e instancias como las asambleas y conferencias eclesiales a revalorizar la común dignidad bautismal y a caminar juntos: ministros ordenados, consagradas y consagrados, laicas y laicos, con mayor protagonismo de jóvenes y de la mujer y de los jóvenes.

Con el papa Francisco la Iglesia Católica vuelve la mirada a las primeras comunidades cristianas, reaviva la alegría de vivir el Evangelio y está “ensanchando su tienda” para caminar junto a la humanidad entera -sin excepción de nacionalidad, etnia, género, cultura, condición personal, política o social- hacia quien es Alfa y Omega de la Creación, llevando cargadas a las personas más vulnerables y construyendo en este mundo el Reino de Dios.

En este décimo aniversario de su Pontificado obsequiemos al papa Francisco el regalo más bonito, más útil y el que más nos ha pedido: recemos por Él.

Por Jeanette Rincón-Morales | Red CLAMOR Venezuela

Por redclamor

Red Eclesial Latinoamericana y caribeña de Migración, Desplazamiento, Refugio y Trata de Personas.

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